Era temprano. El martillar de un pájaro carpintero despertó a Jacques Le Bon. Sediento, aún desde la madera de los sueños el monólogo de Hamlet en sueños anteriores le producía sesudas borrascas de fragilidad con tenues carencias desde la duda. Sin pararse de la cama encendió la música desde su celular. Con un leve ánimo pero acostado le concedió poder al surround. El estro musical de Itzhak Perlman – interpretando el concierto para violín de Brahms- aromatizaba toda la habitación desde el envolvente poder del sonido. Jacques reía de si mismo. Tras una reciente sordera súbita de su oído izquierdo en tiempos de pandemia, ya …