Bagdad ardía en todo su imaginario. Los Jardines Colgantes de Babilonia repletos de palmeras y dátiles resplandecían como belleza y deseo humedecidos a orillas del río Éufrates. Los versos de Nabucodonosor II a su amada Amytis brotaban por todos los jardines como palabras forradas de oro y eternidad. Las reminiscencias del imperio Babilonio, desde aquél mandato de Hammurabi, se sentían por todo Babel como centro de gravedad regional político, religioso y cultural.
Sandino Borges Unamuno frotaba sus labios en cada palpitación, en cada paso por esas ajenas tierras de medio oriente. Conocer la historia de los Reyes Magos era obsesión; necesidad imperiosa. Las imágenes del …









