In Reflexión

VIDA CON PROPOSITO

"El destino se abre sus rutas."

Virgilio

Perdidos en una oscura selva, en la frialdad de un túnel negro y brumoso, ahí, cuando el descenso toca fondo y las soledades manifiestan su eterna y poderosa presencia, se cristaliza ese encuentro, esa cita vital con uno mismo, con el interior, con el ser… se torna inminente el inventario, el pase de revista al accionar, las motivaciones (válidas y sospechosas), ¿quién soy?, ¿dónde estoy?, ¿hacia dónde voy? ¿qué he hecho, qué dejé de hacer?… en ese claustro, en esa verdad dual (amarga o dulce), se da el encuentro mágico-espiritual consigo mismo… donde fiscalizamos las cuatro dimensiones del ser, de la representación del drama humano (mente, cuerpo, alma y espíritu), cuatro fogones místicos que nos elevan, nos hacen posible coquetear con los cielos y conversar con las estrellas, conjugar la imagen y semejanza del universo creativo.

En la fragilidad del momento… (comunión plena con el cosmos o confusión total), en la búsqueda de simplificar todo aquello y llegar a la cuestión… ahhh Hamlet…, a lo trascendente, lo místico, el caldo, el porqué y para qué???… ¿qué soy? (polvo… sombra?)… salta contundente y necesaria, expresiva… ¿vida con propósito?, la misión, lo que quiero y deseo ser, hacer y tener; y, claro, el bicho humano que nada exógeno le contenta y realmente satisface, enfila su brújula, su chip "Dios…sesano", al corazón, al crujir de la voluntad portentosa de su alma… el gran laboratorio de respuestas a la esencia, al ser, la razón, la que conecta al universo, la compatible al propósito espiritual: plenitud, paz, felicidad, libertad, amor… amor, el sentimiento pleno de la serenidad, aquel cuento mágico de Tolstoi del hombre más feliz que no tenía camisa… ¿y qué es esto? ¿un sentimiento... un reclamo?… El portentoso recurso interior… mi amado poder superior…

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