Años ya sin embajador. Un encargado de negocios con ínfulas de procónsul, es la cabeza visible de la legación. Desde quizás la necesaria llamada telefónica republicana de Pompeo al tosco desatino diplomático de Uzra Zeya, el departamento de estado opera más bien como bomberos y fornidos policías de un viejo orden que se desvanece. Sin una aparente estrategia coherente de orden mundial. Los valores de la democracia con sus libertades, como estandartes supremos en el accionar del pueblo norteamericano, van cediendo a la firme imposición de los intereses de este caos global. Cede al poder del mundo digital en una hoy frágil democracia. Una sociedad …









