Anselmo Paulino Roncones era feliz en la pandemia. A pesar de un sentimiento agridulce, fruto de las nefastas consecuencias, el balance tras el inventario le era positivo. Se apenaba ante el desastre económico de sectores como la hostelería, el turismo, entretenimiento y por sobre todo el arte. Sin teatro, sin sinfónica ni el séptimo arte. El dolor, el profundo aroma a luto de tantas familias dominicanas con las más de tres mil muertes fruto de la Covid-19 era un vapor de calamidades en el alma de Anselmo. A pesar de los pesares por el encierro, los toques de queda y las restricciones para contrarrestar el …









