El calor no cede. Lo apestoso de los dos discursos de chusma de barrio, grasientos de resentimientos y grandiosidad de nuevos ricos aturdía. Que tedio y que poder de las fuerzas continuas del trópico, repletas de ondas expansivas pensaba Phileas Fogg Martínez. Un dembow del Alfa altisonante se esparcía por todo el populoso Villacon. Costaba pensar y emprender viajes místicos con la vocinglera realidad del hermoso parnaso nacional. De repente Phileas Fogg Martínez encontró el silencio, capital escaso en estos predios. Se sentó en una mecedora imaginaria junto a Ramón Picaporte Peguero y un mapamundi e emprendió un viaje por todo el globo terráqueo.
Desde …









