Pelayo Torquemada sospechaba del espíritu de la navidad. A sus 14 años el furioso sentir del consumismo y el desenfreno de compras de diciembre le era grandemente mundano, feroz y totalmente comercial. Las peripecias atribuidas al gordinflón y simpático de Papá Noel les parecían inverosímiles y estrambóticas, fabricadas por la caja de los sueños que tira los hilos de este mundo cruel, hermoso y avasallador. Sus experiencias en el eterno intento de entender la formula del porqué, de descubrir a Santa, para despejar sus dudas, para dar explicación a su razón confundida ante un reparto tan injusto, desproporcional, y metodológicamente egoísta; donde los que más …