Con una cuasi veneración religiosa. Nostálgico, se desplazaba por aquellas viejas calles del ayer. Era domingo, la calma con aroma a silencio palpitaban por la ciudad. Quizás era el único día de la semana que brindaba está posibilidad. Solo los domingos, desde las mañanas hasta el mediodía, la máquina del tiempo como metáfora de una guagua de dos pisos recogía pasajeros amantes del no ruido en busca de historia, recuerdos y el viejo sabor cultural de aquella otrora Atenas del Caribe.
La guagua bajaba la Lincoln, antigua Geffrard. Una agradable estela visual del mar Caribe de matices azules provocaba a los pasajeros junto al descenso …









