El recuerdo de la Grecia eterna coqueteaba el paladar. Días atrás ya se habían realizado serios intentos. A falta de un trompo, a la usanza mediterránea, y no tener por días las carnes marinando el chef Jacques Le Bon inventaba. Se dejaba seducir por los olores y la pulsión gastronómica. La pulsión, esa energía psíquica profunda que dirige la acción hacia un fin.
Un rubor espiritual se esparció por toda la cocina. Hestia una de las diosas olímpicas. Hija de Cronos y Rea se le manifestó a Jacques Le Bon. Como un diálogo de espumas desde los cielos la diosa de la cocina empezó a …